La organización desde la neurociencia evolutiva




La grandeza de la organización en los humanos ha sido la capacidad de participar para su protección y desarrollo, y en el menor de los casos, la colaboración para su sustentabilidad en el tiempo. Y esto ha sido un aprendizaje que mantenemos en nuestras estructuras genéticas, en nuestra memoria colectiva, en todo aquello que obliga a la acción por el bien de todos en la organización, en el peor de los casos, pues en el mejor, que ha sido clave en el éxito evolutivo, todos en la organización se mueven en los términos del logro de objetivos para el éxito, que significa vencer el entorno, volverlo a nuestro favor organizacional.

Por Humbert E. Urdaneta (*)


Los humanos aprendimos a través de millones de años, que era importante, más importante la participación que la colaboración. Que con la participación podíamos obtener ventaja sobre las otras especies cuando nuestra organización humana nos imponía cazar, recolectar, pelear para defendernos o atacar para actuar como depredadores de otras organizaciones tribales con una respuesta organizativo que podía doblegarse.
Nuestro cerebro desarrolló el sentido de pertenencia cuando participamos y colaborábamos en una organización, esta nos obligó a cambiar nuestra estructura cerebral incorporando elementos de información que viajaron en forma de genes y también cambiaron en sí mismos mejorando para más, en el tiempo evolutivo humano a través de especies de paquetes de información con capacidad de retroalimentación.

Nos hicimos complejos, adquirimos mayor autonomía para la realización de actividades individuales y grupales, nos hicimos algo más allá que ser parte de la manada, esa dejó el instinto y se hizo organización, racionalidad con sentimientos. Toda nuestra historia evolutiva, tiene que ver con el éxito organizacional pero no todos en la organización, aunque están inmersos en ella, tienen el mismo comportamiento. Moratalla (2007) nos dice que:
La historia de la vida transcurre de lo más simple a lo más complejo, desde un orden y diferenciación orgánica menores a mayor orden y diferenciación orgánica, hacia más individualidad, más intensa unidad y mayor riqueza, complejidad y capacidad de recibir información de fuera hacia dentro, y de procesar y expresar información que es suya. La historia de la vida es evolutiva hacia más intensidad de vida, hacía más interior y si mismo propio de los seres vivos, y menos según lo externo, que es lo propio de la realidad inerte. (P. 46)

En las referencias históricas de las organizaciones que cambiaron el entorno por alimentación crítica de sus sistema de entrada de información, es el hecho que las comunidades se volvieron sedentarias en zonas de producción adecuada para la ganadería y la agricultura, donde hubo terrenos con gran capacidad para la fertilidad, a tal punto, que eran capaces de acoger nuevas especies de plantas las cuales podían aclimatarse con relativa facilidad o de diversificar la crianza de animales para hacerlos cada vas más aptos para la domesticación, para la alimentación y para la resistencia al ambiente. 

La organización humana entendió que la importación de nuevas especies vegetales y zoológicas podían aumentar la producción, mejorar la economía y hacer que la calidad de vida se mejorará significativamente, aumentado los por medios de vida, por ejemplo, de 15 años a 40 años solo con el establecimiento de objetivos viables en la organización, aun con sus colaboradores o mayormente con sus participantes. 
Las organizaciones se adaptaban al entorno no sin pasar por eventos que la desequilibraban para hacerla más fuerte en la medida de sus participantes.
Solo para recordar el concepto de alostasis, donde todo sistema, toda organización, requiere las dos condiciones imprescindibles para que aparezca orden por fluctuación en cualquier sistema. En primer lugar, que la organización sea abierta, para poder intercambiar información en el modo de materia o energía con su entorno y disipar el desorden interno introducido por esta alimentación, interpretando la inestabilidad que ofrece la información al sistema organizativo y, en segundo lugar, muy importante, que la organización se mantenga estable, pero alejada del equilibrio, que este en constante fluctuación de incertidumbre y control de la misma, que tengo un estímulo permanente en su interior, que venza dificultades, vicisitudes, ya que de no ser así, se dirigiría a estados estables y eso le truncaría su desarrollo perpetuo. Nos lo señala Motarella (2007) de forma explícita: 

“Sin posibilidades de que parezcan inestabilidades, puntos de bifurcación y, por tanto, ruptura de simetrías, no puede darse una nueva ordenación temporal irreversible”. (P.49).

Las inestabilidades de la organización hacen de la misma un sistema dinámico, en permanente adaptación y transformación, regla inquebrantable para que la organización sea un continuo retroalimentar de información y cambio interno sin afectar la estabilidad de la misma. Eso pasa por el aprendizaje de todos los miembros.

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(*) Médico Cirujano.

Magister en Gerencia de Salud Pública.

Investigador en Neurociencias aplicadas a la gerencia.




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