El sector público será cada vez menos ajeno a los cambios estructurales que se producen desde hace tiempo y de manera cada vez mas vertiginosa en todas las organizaciones.
Por Esmelin Graterol Guzmán (*)
Los cambios operados, ya sean en la forma de organizar el trabajo, en las estructuras o en los puestos mismo, y por lo tanto lo que se espera tanto de los individuos como de las organizaciones es influido por grandes cambios tecnológicos y de condiciones de mercado.
Un cliente ciudadano cada vez más
exigente espera recibir productos y servicios de nuestras organizaciones con el
mismo nivel de calidad, rapidez y transparencia que en el sector privado.
La sociedad no parece estar dispuesta
a pagar los costos excesivos del gasto público, aunque también es cierto que
parece querer recibir más a cambio de sus impuestos.
Necesariamente, todo esto llevará
también a la administración pública a la necesidad de replantear sus
estructuras administrativas y la forma en que
organiza el trabajo.
Estructuras y gestión horizontal que
favorezcan el desarrollo de procesos de servicio al cliente tanto a lo externo
como a lo interno de las organizaciones, es decir, puestos de trabajo flexibles
equipos capacitados que puedan cambiar de perfil tan rápido como las
necesidades del ciudadano o el contexto lo exija.
Las organizaciones públicas, cada vez más atenta a las necesidades del cliente ciudadano deberán plantearse su situación
en el contexto, que espera la sociedad de ellas, cuáles son sus metas, que
resultado deberían obtener y en función de esto, rediseñar sus estructuras
organizativas de manera que estas respondan de manera ágil y eficiente. La
incorporación de tecnologías y la informatización de los trámites, los acuerdos
o cartas compromiso con el ciudadano, establecimiento de modelos de gestión por
resultados, requieren de un diseño del trabajo que facilite estas modalidades.
Estructuras horizontales, equipos
trabajando por proyecto, visión horizontal de los procesos requieren también de
puestos flexibles, en la definición de los cuales será
mas importante que una minuciosa descripción de las tareas, la delimitación de
las competencias que los ocupantes del puesto deben poseer para poder pasar de
un proyecto a otro o de un área de trabajo a otra.
Las competencias, ese conjunto de
conocimientos, habilidades, capacidades, que una persona puede efectivamente
poner en juego en su ámbito laboral a la hora de desempeñar una serie de tareas
o resolver problemas no pueden ser adquiridas por el simple pasaje por el
sistema educativo formal, requieren de la práctica y experiencia laboral. Por
eso, a la hora de diseñar los puestos de trabajo es preciso definir las tareas
necesarias para llevar a cabo los procesos e identificar las competencias que
cada puestoogrupo de puestos similares deben poseer para desarrollar con éxito
estas tareas y para desarrollar las competencias específicas de la
organización. Las competencias laborales específicas para cada puesto, rol o
posición deberán ser consistentes con las que la propia organización espera que le caracterice o diferencie.
Comentarios
Publicar un comentario